Francisco Font Saboya nació en Barcelona el 30 de noviembre de 1919. Luchó en el ejército republicano, en una sección dirigida por Juan Dalmau, quien fuera teniente republicano.
En el año 1939 cruza la frontera hacia Francia junto con las tropas del ejército a las que pertenecía. En 1941, la Organización Todt lo recluta obligatoriamente para llevarlo a trabajar a la construcción de una base de submarinos alemana en La Rochelle, situada en la costa del Atlántico.
El gobierno de Vichy cedió a los españoles republicanos para que los alemanes los utilizaran como mano de obra forzada por dicha organización.
Todt era una empresa pública del Tercer Reich que debía construir el Muro Atlántico. En el muro trabajaron más de 15.000 republicanos españoles construyendo hospitales, canalizaciones, cementerios subterráneos, trincheras, búnkeres, etc. Todo esto conformaba el cinturón de fortificaciones defensivas edificadas por los prisioneros en el noroeste de Francia, desde La Rochelle hasta Normandía.
En Guernsey había un grupo de judíos, de los cuales nunca volvieron a tener noticias. Font trabajó en las fortificaciones alzando muros y búnkeres y también fue conductor de trenes dentro de las canteras, por lo cual recibía un sueldo.
En Guernsey había un grupo de judíos. Ellos trabajaban en el túnel poniendo rieles para instalar una grúa. También estaban allí unos rusos, que eran los peor tratados. Algunos días los ponían en una barca anclada cerca de tierra y ahí pasaban toda la noche. No tenían zapatos, así que se ponían hojas de periódicos en los pies para poder caminar. Font cuenta que un día, un ruso se quedó atrás del grupo e inmediatamente un oficial le disparó en la cabeza. Los rusos trabajaban en la instalación de baterías antiaéreas.
Font fue trasladado al campo de Norderney en la isla de Alderney. Contó en la entrevista4 que las jornadas laborales eran de doce horas, que tenían un breve descanso a medio día. Los domingos tenían media jornada de descanso. Si no cumplías los horarios de trabajo, no comías, apunta
En el campo de Norderney no tenían cámara de gas, pero los alemanes ordenaron tapar un túnel que daba al mar dejando un hueco muy pequeño del lado del campo. Se les dijo que los hombres que se rebelaran serían emparedados ahí. Cuenta Font que una vez metieron a los 700 prisioneros judíos en ese túnel que medía 20 por cinco metros. Estuvieron ahí durante más de veinte minutos, saliendo con evidentes síntomas de asfixia.
La vida en el campo transcurría entre torturas y golpes a los presos, a muchos de los cuales mantenían toda la noche a la intemperie, especialmente si llovía o nevaba. Los nazis se ensañaban con los homosexuales, judíos, rusos y presos comunes. Sus compañeros contaban que habían visto a los alemanes tirar gente al agua, pero dice en la entrevista que él nunca lo vio. Los prisioneros padecían sobre todo de disentería, tifus y diarreas. Siempre tenían piojos y pulgas, y la única medicina que les daban eran aspirinas.
A la isla de Alderney, eran llevados los prisioneros castigados “como medida disciplinaria para atajar comportamientos o actos reprobables a ojos del ocupante alemán”5. Podía llegar una sola persona o grupos de desertores españoles que eran inmediatamente esclavizados en las bases submarinas, ya que intentaban fugarse diariamente.
Los alemanes se divertían tirando trozos de zanahorias al suelo para que los presos se pelearan entre sí para poder comérselos. Esto demuestra el sadismo de los nazis y el nivel de hambruna al que eran sometidos los prisioneros.
Francisco Font fue llevado a Alderney en octubre de 1943 porque en Gorey (un pueblo en la costa Este de Jersey), después de la ardua jornada laboral, el encargado de entregar el pan le arrojó un trozo extra. Los guardias le exigieron que mostrara lo que tenía en las manos y que les dijera quién se lo había lanzado. Font no delató a su compañero y dijo que lo había robado. En ese mismo instante le patearon y fue golpeado con un cinturón por todo el cuerpo. Quedó en el suelo en un estado de semi-inconsciencia. Fue trasladado a Alderney en una embarcación que salió de Saint Helier.
El panorama al llegar a Alderney era lúgubre, estaba oscuro debido a la lluvia, había un silencio absoluto, ni siquiera se escuchaba el sonido de algún animal. De la bahía tuvieron que caminar hasta el campo. A pesar del diluvio, los prisioneros debían trabajar y también tenían la obligación de cantar. Allí encontró a un mallorquín llamado Pascual Pomar Bellafont, también republicano, quien le ayudó en todo lo que pudo.
Los republicanos españoles establecieron lazos muy fuertes entre sí, cabe destacar la gran solidaridad que existía entre ellos. Font tenía amistad y una relación muy estrecha con Juan Dalmau, teniente de una sección del ejército que cruzó la frontera francesa, ya que Francisco Font pertenecía a dicha sección del ejército que en febrero de 1939 se exilió a Francia.
Al respecto de la comida cuenta que les daban sopa de repollo, medio pan y a veces media salchicha. Los alemanes decían que el que no trabajara no comía. Había personas que se dedicaban a algunos oficios como electricistas, carpinteros o albañiles. En los campos de concentración los alemanes tenían cocineras francesas y también había voluntarios belgas y polacos.
Cuando los norteamericanos tomaron Saint-Malo, posiblemente en junio de 1944, fue trasladado junto a otras cuatro personas a la isla de Jersey.
En Jersey había un grupo de aproximadamente 700 prisioneros judíos. Ellos trabajaban en el túnel poniendo rieles para instalar una grúa. También había allí unos rusos, que eran los peor tratados. Algunos días los ponían en una barca anclada cerca de tierra y ahí pasaban toda la noche. No tenían zapatos, así que se ponían hojas de periódicos en los pies para poder caminar. Font cuenta que un día, un ruso se quedó atrás del grupo e inmediatamente un oficial le disparó en la cabeza. Los rusos trabajaban en la instalación de baterías antiaéreas.
En septiembre de 1945 las tropas británicas los evacuaron a Guernsey para ser devueltos a Francia y les pidieron que volvieran a sus países de origen. Al ser considerados como apátridas por el régimen franquista, los republicanos españoles no podían regresar a España. Pomar y Font acudieron al British Hotel (oficinas del gobierno británico) de Jersey a hacer declaraciones sobre su vida en los campos de concentración. Se hizo ante la inteligencia británica y comisarios soviéticos. Contaron su terrible experiencia y la de sus compañeros de Alderney. Narraron que llegó un momento en que los golpes, el maltrato, la humillación y las patadas, eran parte de la normalidad. En el invierno les echaban cubos de agua helada.
Poco después, Francisco Font conoció a Catherine Fox, nacida en la isla, quien se convertiría en su esposa. Ella tenía cuatro hermanos en el ejército británico. Al no poder regresar a España Font debía ser trasladado a Francia, sin embargo, se quedó en Jersey. Se presentó a las autoridades británicas dos días después de la fecha en que debía marcharse. Le atendió un oficial llamado Cotton, quien le ofreció hablar de su caso ante las autoridades locales.
Para contraer matrimonio era necesario pedir un permiso al brigadier, quien no lo autorizó. Ella necesitaba ese permiso porque era menor de edad. El trámite burocrático era larguísimo y ponían muchísimas trabas. Cotton le dijo que podían casarse, y que, pasada una semana, nadie podía anular ese matrimonio. Afortunadamente el padre de Catherine dio su autorización por escrito e incluso asistió a la boda. Font consiguió además un permiso para trabajar en Jersey, así que se quedaron a vivir ahí. Al no ser británico, siempre tuvo algunos problemas burocráticos, como, por ejemplo, tener que presentarse a las autoridades si quería cambiar de trabajo. En 1950 consiguió la nacionalidad británica.
Francisco Font viajaba cada año a Alderney a rendir homenaje a todos sus compañeros del campo de concentración, sin importar la nacionalidad. En la isla se erigió un memorial llamado Hammond Memorial, que se encuentra muy cerca de Norderney.
Su hijo Gary, cada 9 de mayo, sigue acudiendo al memorial, participando en las ceremonias de homenaje de los prisioneros.