Exposición Bruselas

PANEL 1 - LECCIONES PARA EL PRESENTE: ROTSPANIER TRABAJADORES FORZADOS ESPAÑOLES EN LA II GUERRA MUNDIAL LA (DES)MEMORIA EUROPEA DEL ANTIFASCISMO

Durante la Segunda Guerra Mundial más de 40.000 españoles exiliados de la Guerra Civil, que se encontraban en Francia durante la ocupación nazi, fueron forzados a trabajar para la Alemania de Hitler.

Pese a haber sido reconocidos en los años setenta por la República Federal Alemana como víctimas del nazismo, los rotspanier [españoles rojos] —como eran denominados despectivamente por los nazis— siguen siendo para la ciudadanía unos perfectos desconocidos.

El objetivo de esta exposición organizada por la Universitat Rovira i Virgili, en el marco de un proyecto financiado por la Unión Europea, es dar a conocer la historia olvidada de este grupo de antifascistas, obligados a servir a la economía de guerra alemana, e incentivar el debate sobre los peligros del neofascismo en Europa.

Fomentar la conciencia antifascista es un deber de las sociedades que quieren seguir siendo libres en el siglo XXI.

PANEL 2 - LAS VOCES DE LA MEMORIA

Panel 2

A través de sus propias palabras, del testimonio de sus familiares o de algunos extractos de las historias de vida de los deportados, hoy podemos conocer con mayor exactitud el terrible y largo camino que sufrieron los españoles que fueron utilizados por los nazis como mano de obra esclava.

La recuperación estos nueve nombres, principalmente originarios de la provincia de Tarragona, y la reconstrucción de sus biografías forma parte del arduo trabajo de investigación que se está realizando desde el Proyecto Rotspanier, coordinado por la Universitat Rovira i Virgili, junto a otras instituciones españolas, francesas y alemanas. Un estudio que incluye la trayectoria vital completa de cada uno de estos deportados, y que es posible consultar a través de este QR en la página web del proyecto, en continua actualización.

Lecciones para el presente: Rotspanier, trabajadores forzados españoles en la II Guerra Mundial. La (des)memoria europea del antifascismo

Organización: Universitat Rovira i Virgili – CECOS

Comisariado: Rocío Arnal Lorenzo, Jaume Camps Girona, Pere Manel Martín Serrano, Idoya Martínez Diaz-Monasterio-Guren, Pierre Souchar

Agradecimientos: A todas las familias y entidades que nos han prestado su inestimable ayuda y la cesión de documentación para poder recordar a estos rotspanier.

PANEL 3 - LA RETIRADA, FEBRERO DE 1939

“Nunca pensé que tuviéramos que ser exiliados”.
Agustí Maigí

En enero de 1939 las tropas franquistas entraron en Barcelona, determinando así el final de la guerra civil española y propiciando el exilio de ancianos, adultos, jóvenes y niños que, ante el miedo a las represalias, cruzaron la frontera francesa a pie en uno de los inviernos más crudos de la historia. Eran cerca de 500 mil

personas. Muchos murieron en el camino, pero otros tantos lo harían de frío, hambre y enfermedades tras alcanzar un destino que no fue ni mucho menos el esperado.

Los campos de arena

“En los campos alemanes se mataba a mansalva, por eso se les llamaba los campos de la muerte, pero los franceses nos mataban de hambre y miseria”.
Joaquín Cid

En la frontera, las autoridades galas separaron a las familias. Enviaron a las mujeres y a los niños a diferentes ciudades del país, mientras que los hombres fueron internados en campos vigilados por el Ejército francés.

Desde 1938, el Gobierno francés consideraba a los refugiados españoles como “indeseables” y, por ello, estos debían ser internados en centros que limitaran su libertad. Bajo esta premisa, se creó una red de campos de concentración —término empleado por la propia Administración francesa—, que comenzó en la costa mediterránea con los emplazamientos de Argelès-sur-Mer, Saint- Cyprien y Le Bacarès, y que fue ampliándose progresivamente hacia el interior, contando incluso con campos de castigo o de represión, como el de Vernet d’Ariege.

En los llamados “campos de arena” las condiciones de vida eran terribles, a las epidemias de tifus y disentería, se sumaba el hambre, que combatían con un trozo de pan que les lanzaban los franceses y con legumbres cocidas con agua de mar.

 

Ángel Veiga nació en el barrio madrileño de Vallecas, fotograbador de profesión, formó parte del Ejército de la República, alcanzando el grado de suboficial y viajando con el Estado Mayor. En 1937, llegó a Barcelona donde conoció a Amanda Martí Marquès, con quien se casó un año después. Tras la caída de Barcelona, ambos cruzaron la frontera junto a su suegra, Emilia Marquès.

“Al llegar a la frontera mi padre fue encerrado en Argelès, mientras que mi madre y mi abuela fueron enviadas a Angoulema. Allí nací yo, entre otras personas como nosotros. Mi padre nos enviaba cartas y dibujos que hacía, hasta que se nos concedió la reunificación familiar”.
Àngel Veiga (hijo)

 

Pies de foto:
La Retirada: refugiados de la Guerra Civil española en la frontera de Puigcerdà y los Pirineos Orientales, 1939.
Foto: Tylwith Eldar. Wikimedia Commons

Campo de concentración de Argelès, febrero de 1939.
Foto: Autor desconocido. Wikimedia Commons

PANEL 4 - LAS CTE, 1939 – 1940

A finales de abril de 1939, el Gobierno francés decidió que los republicanos españoles tenían que prestar servicios a la nación, ya fuera alistándose en la Legión Extranjera francesa o a través de las recién creadas Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE). El objetivo de las CTE era explotar laboralmente a los exiliados en la construcción de fortificaciones o colaborando en tareas agrícolas y forestales.

Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de ese mismo año, la labor de estas compañías se convirtió en crucial, y unos 60.000 republicanos españoles fueron enviados a la realización de obras defensivas, tanto en territorio europeo —la línea Maginot— como en el norte de África, donde sufrieron largas jornadas de trabajo y durísimas condiciones climáticas.

Las palas por las armas

Ante la incertidumbre de la oficialidad francesa, en la que imperaba el derrotismo, muchos de los españoles que integraban las CTE no dudaron en enfrentarse a los ejércitos del Reich.

 

Eduardo Caro Bermudo
Nacido el 13 de noviembre de 1909 en Cádiz, Eduardo se alistó el 18 de octubre de 1936 en la milicia confederada con la CNT-FAI. Llegó al campo de Argelès en 1939 y junto con algunos compañeros, se alistó en una CTE. Fue a trabajar a Toulouse como tornero y montador en la empresa aeronáutica SNCAM, hoy Sud Aviation. Tras la llegada de los alemanes, estos valientes republicanos destruyeron todos los aviones que estaban construyendo, así como todo el equipamiento.

“Era evidente que no le dejaríamos a los alemanes todo nuestro trabajo”.
Eduardo Caro Bermudo

 

Pies de foto:

CARO-1:
Eduardo CARO junto a sus compañeros españoles de trabajo en la CTE de Toulouse en 1939 (Archivos familiares).

CARO-2: Recibo de la solicitud para la tarjeta de trabajador industrial, 1939 (AD29).

CARO-3: Foto del recibo de la solicitud para la tarjeta de trabajador industrial, 1939 (Archivos familiares).

CARO-4: Atestación de empleo de la Sociedad nacional de construcciones aeronáuticas del Sur (SNCAM), 1939 (Archivos familiares)

PANEL 5 - LA OCUPACIÓN DE FRANCIA, 1940

“(…) para nosotros, combatientes españoles que acabábamos de sufrir una derrota frente al fascismo nacional e internacional, se nos presentaba el ineludible deber de continuar la lucha al lado del pueblo francés, que también se veía invadido por los mismos monstruos.”
Nieves Castro Feito (“Una vida para un ideal”)

 

En septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia, y dio comienzo la Segunda Guerra Mundial. En mayo de 1940 los alemanes entraron en Francia y, en junio de ese mismo año, se produjo la rendición francesa. Los nazis dividieron Francia en dos grandes zonas: la primera estaba ocupada por ellos y la segunda tenía su sede en Vichy, donde se instauró un Gobierno dirigido por el mariscal Pétain a las órdenes del III Reich. Este Gobierno era anticomunista, xenófobo y antisemita.

Los Grupos de Trabajadores Extranjeros

En septiembre de 1940, el Gobierno de Vichy aprobó la creación de los Grupos de Trabajadores Extranjeros (GTE), para integrar a los extranjeros sobrantes en la economía nacional, obligando así a unas 40.000 personas a trabajar en diferentes sectores como la industria, la construcción, la agricultura o la minería, sin cobrar nada a cambio. La mayoría de ellos, unos 30.000, eran republicanos españoles que provenían de las Compañías de Trabajadores Extranjeros.

 

“Allí, donde había número de españoles, los alemanes organizaban concentraciones haciendo un llamamiento especial. Una vez concentrados se presentaba el bien conocido por todos Otto el alemán, que dominaba nuestro castellano con toda maestría. Les proponían ir al trabajo voluntario para la Alemania liberadora y amiga de la España, etc., etc. Les ofrecían primas a la inscripción, seguridad para las familias. (…) no podíamos permitir este engaño y nos lanzamos, allí en el propio corazón de las aglomeraciones”.
Nieves Castro Feito (“Una vida para un ideal”)

 

La juventud de Alfredo Rotella Morán transcurrió en Pessan, donde colaboró con la Resistencia francesa y consiguió papeles falsos de identidad. Pero a finales de 1943 fue detenido y conducido a Calais para trabajar en las fortificaciones del Atlántico. De allí se escapó junto con el catalán Edmon Gimeno y el madrileño Celestino Castellví.

“Estuvimos escondidos en los montes, los tres queríamos ir al País Vasco, donde había un grupo de resistentes
españoles. Subimos a un tren hasta París. Estuvimos todo el día escondidos en los retretes desde la mañana a la noche para llegar al País Vasco. Entre Burdeos y Bayona, fuimos detenidos, no había escapatoria.”
Alfredo Rotella

 

Pies de foto
Desfile de soldados del 105º Regimiento de infantería alemán en los Campos Elíseos (París), 1940/1941.
Bundesarchiv, Bild 146-1978-052-03 / o.Ang.

Plaza Stanislas de Nancy (Francia) ocupada por soldados alemanes con camiones de abastecimiento, junio 1940.
Foto: Willy Ude. Wikimedia Commons

PANEL 6 - LA ALEMANIA NAZI DE 1940 A 1945

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, gran parte de los trabajadores alemanes fueron trasladados al frente. Esta situación provocó una gran escasez de mano de obra, lo que se convirtió en un verdadero problema para el sostenimiento de la economía de guerra alemana. La solución fue obligar a más de 13 millones de extranjeros a realizar trabajos forzados. El destino de los republicanos españoles se complicaría, aún más, si cabe:

  1. A finales de 1941, Hitler reclamó a Pétain mano de obra y el Gobierno francés le entregó a los Grupos de Trabajadores Extranjeros, provocando así que un gran número de españoles fuese obligado a trabajar para el III Reich. Muchos de ellos, fueron encuadrados en la Organización Todt, obligándoles a participar en la construcción del Muro Atlántico y en las Islas del Canal.
  2. Otros lograron escaparse y unirse a la Resistencia francesa, pero tras ser capturados por la Gestapo se convirtieron inmediatamente en prisioneros de guerra.
  3. El destino final en ambos casos fue la deportación a los campos de concentración, que se estaba produciendo desde 1940. Tras la negativa del Gobierno franquista a hacerse cargo de los exiliados españoles, convirtiéndole así en cómplice de las miles de muertes que se produjeron en los campos de concentración. A partir de entonces, los españoles pasarían a ser considerados por los nazis como “apátridas”.

 

“Lo que pasa hoy en día con otros refugiados ya pasó entonces”.
Àngel Veiga (hijo)

 

Los asturianos del convoy de Angulema:
Familias Ramos y Ríos
En el campo de Les Alliers, próximo a la ciudad de Angulema, coincidieron familias asturianas que fueron tristemente protagonistas del conocido Convoy de los 927.

Los gendarmes franceses obligaron a todos los refugiados españoles a subir a un tren de mercancías. Después de pasar cuatro días hacinados como bestias, el convoy de los 927 españoles abrió sus puertas. Los soldados alemanes obligaron a bajar a los hombres, y dejaron a las mujeres y los niños en los vagones, que continuarían con destino a Irún. Muchas de estas familias nunca más se volverían a ver.

Entre esas familias se encontraban los Ramos Barril, Robustiano Fernández y su hija Lucinda y parte de la familia Ríos. En el campo de Mauthausen quedaron Belarmino Ramos y sus hijos Ángel (nº 4.198) y Galo (nº3.874); Robustiano Fernández, (nº 4.140) y Ramón Ríos, (nº 4.205).

En 1941 murieron en el campo de Gusen: Belarmino, a los 47 años, Robustiano y Ramón, a los 64 y 66 años respectivamente.

“Llegando a Mauthausen se para el tren, se abrieron todas las puertas y venía un oficial alemán y un prisionero con traje de rayas que hablaba español: «Venga, vayan bajando los hombres». Mi madre llorando, aquella otra señora llorando…
El convoy dio la vuelta y nos dejaron parados, nadie sabía ni que estábamos allí. Estuvimos en ese vagón metidos 18 días con sus correspondientes noches. Había sudor, olor, calor, otras veces frío. Yo, que tengo un olfato muy “delicao», no lo soportaba. Pasó un guardagujas y sintió gritos y llantos, abre y cuando ve aquello «¡Dios mío! ¿Pero qué es esto?»
Testimonio de Mª Luisa y Jesús Ramos Barril en el documental “El Convoy de los 927”.

 

Pies de foto
Construcción de un foso antitanque en el Haagse Bos (Países Bajos) como parte del Muro Atlántico.
NIOD Institute for War, Holocaust and Genocide Studies.

Construcción del patio de garajes para los vehículos de las SS. Campo de concentración de Mauthausen (Austria), 1941. © MHC (Fuente: Amical de Mauthausen).

PANEL 7 - 1. La Organización Todt, 1941

La invasión de la Unión Soviética en junio de 1941 propició que gran parte del Ejército alemán fuese enviado al frente del Este. Ante la posibilidad de un desembarco aliado en el continente, Hitler ordenó construir una línea de defensa a lo largo de la costa del atlántico.
Este faraónico proyecto fue encargado a la Organización Todt (OT), una institución paramilitar creada en 1938 que dependía de la Wehrmacht, y a la que acompañaba por toda Europa reparando infraestructuras civiles y militares afectadas por los combates, y construyendo nuevas edificaciones con la intención de controlar los territorios ocupados. En 1945 el 80 % de los trabajadores del III Reich eran forzados.

Los Rotspanier
El reclutamiento de españoles para los campos de trabajo de la OT comenzó en el verano de 1941, cuando el Estado Mayor del Ejército nazi solicitó a las autoridades de Vichy que le entregasen a seis mil trabajadores extranjeros.
Ante aquella petición, el Gobierno francés no dudó en entregarle a miles de los republicanos internados en sus campos y en los Grupos de Trabajadores Extranjeros. A ellos se les sumarían partisanos soviéticos, presos políticos y judíos llevados a la fuerza hacia el litoral atlántico.
El trato propiciado por los nazis variaba según el origen del trabajador. A los eslavos se les explotaba cruelmente, mientras que eran más benévolos con aquellos que provenían de países occidentales, a excepción de los antifascistas como los rotspanier, que fueron obligados a trabajar en durísimas condiciones.

 

Bonifacio Ortego Herranz

Bonifacio nació el 28 de octubre de 1918 cerca de Madrid. En Francia, tras el armisticio de junio de 1940, se incorporó al 74º GTE en el arsenal de Roanne, en el departamento de Loira. Miembros de la Organización Todt reclutaran a los refugiados españoles, por voluntad propia o a la fuerza, para que construyeran, entre otras obras, la base de submarinos de Brest, donde Bonifacio llegó el 16 de junio de 1941. Trabajó allí como obrero del cemento para la empresa alemana Keller y luego para el NSKK.

“Nos levantaban a las 5 a.m. Nos contaban y luego nos llevaban a pie, en formación, a la base de submarinos. Volvíamos al campamento a las 8 p.m. Trabajábamos toda la semana menos el domingo por la tarde”
Bonifacio Ortego Herranz

“Los bombardeos en la base en construcción nos permitían descansar ya que había que abandonar el trabajo para refugiarse”.
Bonifacio Ortego Herranz

 

Pies de foto:
Bonifacio Ortego Herranz
ORTEGO-1: Foto de identidad, 1944 (AD29).

ORTEGO-2: Recibo de la solicitud de renovación de documento de identidad, 1944 (AD29).

PANEL 8 - 1.1 El Muro Atlántico

A partir del verano de 1941 miles de españoles, junto a otros prisioneros de los nazis, fueron enviados a lo largo de los casi 3000 km de costa entre Hendaya y el cabo Norte para construir el Muro Atlántico, una cadena de trincheras, búnkeres y bases submarinas que debía evitar una posible invasión aliada. En palabras de la inteligencia militar británica era “el programa constructivo más impresionante desde la época de los romanos”.
A las largas jornadas de duro trabajo y a la falta de días de descanso, se sumaban las deplorables condiciones en las que vivían los prisioneros. Estos sufrían torturas y palizas de forma continuada, y eran abandonados a la intemperie durante días, especialmente si llovía o nevaba. En cualquier momento podían ser asesinados por algún guardia nazi.
Sufrían de tifus, disentería y diarreas, y la única medicina que había en el campo era la aspirina. La comida diaria consistía en una sopa de repollo, medio pan y a veces media salchicha. Si no cumplían con los horarios de trabajo establecidos, no les daban de comer. Los nazis se divertían lanzándoles trozos de zanahorias y cáscaras de patatas. Los deportados desesperados de hambre, corrían a comerlos.

 

Juan Escobar Gómez
Tras pasar por varios campos de concentración en el sur de Francia, el 14 de junio de 1941, el gobierno de Vichy entregó a Juan a los alemanes para participar en la construcción de la base de submarinos de Brest. Trabajó como herrero para la empresa Bergtcamp y luego para la empresa Visoka, ambas bajo el control de la Organización Todt. Durante este tiempo, Juan fue internado en el campamento de Sainte-Anne-du-Portzic y en Fort Montbarey en Saint-Pierre-Quilbignon. Durante este período tuvo que visitar en repetidas ocasiones al médico y combatiente republicano Salvador Colomer debido a sus problemas de salud por malos tratos y deficiencias alimenticias.

 

Pies de foto:
ESCOBAR-1: Foto de identidad, 1949 (AD29).

ESCOBAR-2: Recibo de la solicitud para la tarjeta de trabajador industrial, 1949 (AD29).

PANEL 9 - 1.2 Las Islas del Canal

“Al sentirse ingleses (los pescadores), a su manera molestaban todo lo que podían a los ocupantes alemanes. Si no hubiese sido así, la cosa hubiera ido de otra forma”.
Joaquin Cid

El único territorio británico ocupado por los nazis fue las Islas del Canal de la Mancha, desde junio de 1940 hasta mayo de 1945.

En ellas la Wehrmacht, mediante la Organización Todt, edificó todo tipo de defensas: diques, búnkeres, trincheras, canalizaciones y túneles, además de hospitales subterráneos, para hacer de aquel espacio un muro infranqueable para los británicos.

En el archipiélago se crearon diferentes campos en los que —del mismo modo que ocurría en la costa atlántica francesa— se vivía en régimen de esclavitud. La espesa nube de polvo que se creaba a causa de las grandes cantidades de cemento que allí se manipulaban, provocó que muchos internos sufrieran dolencias pulmonares al cabo de seis meses, además de enfermedades infecciosas. Ante la abundancia de cadáveres, los nazis tiraban los muertos al mar para ser engullidos por los tiburones.

“Las gaviotas anuncian que ahí por dentro —señalando el mar con la mirada— hay más movimiento que de costumbre. Si los alemanes pudiesen contarlas, se darían cuenta de que revolotean muchísimas más que ayer a esta misma hora”.
Joaquín Cid (recordando la noche antes del desembarco de Normandía)

 

En 1941 las autoridades francesas etiquetaron a Joaquín Cid como “extranjero peligroso”, a causa de la actividad política que había desarrollado en España. A partir de entonces, sufrió diferentes detenciones e internamientos en el campo de concentración de la Vernet, hasta que en mayo de 1944 fue movilizado por la Todt. Su destino fue las Islas del Canal.
Allí su trabajo fue la construcción de estructuras militares de defensa, durante jornadas que podían llegar hasta las 15 horas, pese ello —como muchos otros de sus compañeros— nunca abandonó la esperanza y la solidaridad.

“Como en muchos sitios, los españoles sobresalían por su conducta solidaria y su capacidad de organización para
la Resistencia; hecho que era muy complicado tratándose de una isla”.
Joaquín Cid

 

Pies de foto
Islas del Canal de la Mancha, Jersey. Trabajadores forzados en una cantera,1941 ca. Bundesarchiv,
Bild 101II-MW-4066-06 / Järisch.

Islas del Canal de la Mancha, Jersey. Soldados erigiendo un muro protector de sacos de arena,1941 ca.
Bundesarchiv, Bild 101II-MW-4066-11 / Järisch.

Isla del Canal de Guernsey. Construcción de fortificaciones y posiciones en la costa, 1942.
Bundesarchiv, Bild 101I-229-0353-09 / Dey.

Isla del Canal de Guernsey. Construcción de una posición costera, 1941.
Bundesarchiv, Bild 101I-227-0272-37 / Dey

PANEL 10 - 2. La Resistencia

A pesar del trato que habían recibido en Francia, muchos de los exiliados españoles no dudaron en dar su vida para defender los valores republicanos franceses contra el Ejército alemán.
Tras ser capturados por los nazis continuaron su lucha política contra el fascismo, y aprovecharon cualquier oportunidad para escaparse o colaborar con la Resistencia, como ya habían hecho desde la ocupación nazi de Francia en 1940.
Algunos de ellos lograron escapar durante los traslados que se realizaban desde los campos de prisioneros (stalags) hasta los lugares de trabajo, pese a estar fuertemente custodiados por hombres armados. Cuando la Gestapo los detenía los enviaba a campos de concentración.
Los que no consiguieron huir siguieron colaborando con la Resistencia desde los campos de concentración, o como trabajadores forzados en la Todt.

 

Lucas Allende Santa Cruz

Nacido el 18 de octubre de 1914, Lucas combatió como sargento del cuerpo de seguridad y asalto en el frente del Ebro. Llegó a Francia entre el 10 y el 13 de febrero de 1939. En junio de 1941 fue entregado a los alemanes. Trabajó para la empresa Keller y posteriormente para el staffel 36 del NSKK en Brest, integrando, además, el grupo de resistencia FTP-UNE. Su función era distribuir folletos y periódicos, así como recolectar dinero.
Posteriormente se unió al grupo de resistencia español “Los Deportistas”, que contaba con sesenta miembros. En el grupo, Lucas fue responsable de numerosos sabotajes en la base de submarinos de Brest y en el NSKK. Recibió varias medallas en Francia y su certificado de defunción lleva la mención “Muerto por Francia”.

“Luchar contra el nazismo era luchar contra Franco”
Lucas Allende Santa Cruz

 

Pies de foto:
ALLENDE-1: Foto de identidad, 1945 (AD29).

ALLENDE-2: Certificado de participación a la resistencia, 1945 (Archivo familiar).

PANEL 11 - 3. Los campos de concentración

“El campo estaba situado en lo alto de un monte (…). Los SS eran seres sin piedad y la suerte ya estaba echada y no se auguraba nada bueno. Belarmino, mi padre, de 45 años, mi hermano Manuel Ángel de 17 años y yo, Galo con 16 años, entramos en el campo de exterminio de Mauthausen, el día 24 de agosto de 1940.”
Testimonio de Galo Ramos (“Sobrevivir al infierno”)

 

En 1933 la Alemania nazi creó el primer campo de concentración, Dachau, y a partir de él construyó una red de campos para que los presos, en régimen de esclavitud, trabajaran para el III Reich hasta su muerte.
Una vez capturados por las tropas alemanas, los españoles eran enviados a los campos de prisioneros (stalags), hasta que, hacinados, eran trasladados en trenes hacía los campos de concentración. De los 9.161 españoles deportados, 5.166 fueron ejecutados o murieron víctimas de las condiciones de vida y de trabajo.

El exterminio mediante. el trabajo
El campo de concentración de Mauthausen fue conocido como “el campo de los españoles”. Allí, los republicanos españoles fueron utilizados como mano de obra esclava para construir el propio campo. Posteriormente, muchos de ellos fueron destinados al terrible subcampo de Gusen I, donde trabajaron en las canteras, cargando cada día piedras por sus interminables escaleras. En Gusen murieron más de la mitad de sus internos.

Con el avance de la Segunda Guerra Mundial, y la necesidad de recursos para el frente, las SS cedieron a los presos de sus campos de concentración para que trabajaran en la industria bélica. Empresas como Siemens o Volkswagen, que elaboraban materiales para el ejército nazi, utilizaron a los Rotspanier para conseguir recursos para la Wehrmacht, ya fuesen balas, bombas o piezas para tanques y aviones.

 

El destino de nuestros rotspanier
Víctor Cueto Espina: Apresado por los alemanes en junio de 1940, acaba en Ebensee, subcampo de Mauthausen. Liberado en mayo de 1945, se queda a vivir en esa comarca de la Alta Austria, primero como apátrida y luego, desde 1955, como austriaco.

Emilio Álvarez Mongil «el Manco»: Perdió un brazo en un bombardeo en El Musel en octubre de 1937. Sale de España en febrero de 1939 y es ingresado en Argelès. Después va a Burdeos y participa en la Resistencia; detenido por la Gestapo, será torturado y deportado a Buchenwald. Tras la liberación, retornará a Burdeos.

Ramos Barril: Belarmino Ramos y sus hijos Manuel Ángel y Galo ingresan en 1940 en Mauthausen, tras el periplo del Convoy de los 927. Belarmino morirá en el campo de Gusen, en 1941; Manuel Ángel y Galo sobrevivirán: el primero no regresó a España, pero sí Galo.

José Artime Fernández: Al llegar a Francia en 1939, es internado en el campo de Septfonds; acusado de participar en la Resistencia, ingresa en el de Vernet d’Ariège. Es torturado y deportado a Dachau, en el denominado Tren Fantasma. Sobrevivirá y permanecerá en Francia.

Robustiano Fernández y su hija Lucinda: Cuando salen a Francia en 1939, ingresarán en el campo de Les Alliers, cerca de Angulema; viajarán en el Convoy de los 927 y Robustiano se quedará en Mauthausen, donde fallecerá en 1942, de lo que Lucinda tendrá noticia bastantes años más tarde.

David Moyano: Internado en el campo de Argelès, posteriormente lo trasladan a la construcción de las defensas de Alsacia. Cuando estalló la II Guerra Mundial es detenido por los alemanes y llevado al campo de prisioneros Stalag X1-B. Con apenas 19 años fue deportado a Mauthasen, donde sobrevivió en el Comando Poschacher.

Luis Montero Álvarez: En 1939 salió de España y, ya en Francia, pasó por el campo de Gurs y una Compañía de Trabajadores Extranjeros. Participó en la Resistencia; detenido, fue enviado a Mauthausen, donde tuvo un destacado papel como dirigente comunista.

 

Pies de foto
Prisioneros trabajando en el levantamiento del muro que cerraba el campo interior por su parte sur. En primer plano, dos presos rotspanier (se puede distinguir la S dentro del triángulo que llevaban cosido en la chaqueta). Campo de concentración de Mauthausen (Austria), 1941-1943. Fotógrafo: Francesc Boix. © MHC (Fons Amical de Mauthausen).

Supervivientes del campo de Gusen, mayo de 1945.
Fotógrafo: Francesc Boix. © MHC (Fons Amical de Mauthausen).

Trabajadores forzados en la planta de municiones Gustloff Werke II, campo de Buchenwald, 1943. United States Holocaust Memorial Museum.

PANEL 12 - 3.1. Ravensbrück

“Sedientas, hambrientas, llenas de suciedad, mareadas por falta de aire, agotadas, muchas enfermas, después de aquellos cinco días de siniestro recuerdo, somos recibidas en la estación de Furstenberg por una multitud de SS vociferantes, acompañados de unos perros policía monumentales que gruñen y nos enseñan los dientes. ¡Ay de aquella que se alejara un solo paso!”
Mercedes Núñez Targa
(El valor de la memoria. De la cárcel de Ventas al campo de Ravensbrück)

Aunque la mayoría de los internos de los campos de concentración fueron hombres, también existieron algunos campos exclusivos para mujeres, como el de Ravensbrück, ubicado a 90 km de Berlín.
En este campo, que estuvo en funcionamiento desde 1939 hasta 1945, las prisioneras trabajaban para diversas empresas, como Siemens & Halske, fabricando armamento y piezas para vehículos y aviones del Ejército alemán, así como en la agricultura, y en fábricas textiles o electrónicas sin ningún tipo de protección.

En las fábricas las jornadas podían llegar a las dieciséis horas, y cuando llegaban al barracón tan solo recibían una sopa aguada y un poco de pan para todo el día. A lo que se sumaban los constantes maltratos recibidos por parte
las guardianas.

Muchas estaban en el campo con sus hijos, que morían de desnutrición. Los más pequeños eran robados para darlos en adopción.

Entre 1942 y 1945 los nazis las utilizaron para hacer experimentos médicos. Esterilizaban a mujeres y niños, sobre todo a los gitanos. Algunas mujeres eran prostituidas en burdeles de las SS o en el frente de Berlín. De las 130.000 mujeres que estuvieron en Ravensbrück, los nazis asesinaron a 92.000.

“Hacíamos trabajo de guerra. Este trabajo se puede constatar por los obreros civiles que nos dirigían, que llevaban lentes, mientras nosotras soldábamos a la autógena sin nada. Al ser puesta en libertad no volví a recuperar bien la vista para ganarme la vida”.
Olvido Fanjul

 

El destino de nuestras rotspanier
Después de ser capturada en Rusia y llevada a Tallin (Estonia), Olvido Fanjul fue deportada a Ravensbrück, siendo la primera de las cuatrocientas mujeres españolas que enviaron allí. Destrozada por el robo de su pequeño bebé por los nazis. Gracias a la solidaridad y al cuidado de las mujeres del campo pudo reponerse anímicamente.

Mercedes Núñez Targa fue detenida en 1944, iniciando el habitual recorrido: tortura, traslado a Romainville (París) internamiento en Sarrebrück (Alemania) y finalmente Ravensbrück. Luego será destinada al comando Hasag, cerca de Leipzig.

Neus Català fue también otra de las supervivientes del infierno de Ravensbrück. Después de su liberación vivió en Francia, donde continuó la lucha contra la dictadura de Franco. Desde entonces hasta su muerte, en 2019, se dedicó a reivindicar la memoria de los deportados y las deportadas, creando la Amical de Ravensbrück.

 

Pies de foto
Mujeres en Ravensbrück muestran marcas de tiza para el transporte.
Foto: Cruz Roja Suecia. Wikimedia Commons

Campo de concentración de Ravensbrück, 1939-1943 ca. Bundesarchiv, Bild 183-1985-0417-015 / o.Ang.

Carnet de deportada del campo de Ravensbrück de Olvido Fanjul, 1943. Fuente: familia Blanco Fanjul.

PANEL 13 - LA LIBERACIÓN, 1944-1945

“Ante el avance aliado los alemanes resistían,
pero un día un soldado empezó a llorar, y mi
padre fue hacia él a preguntarle qué le pasaba.
Él le dijo que lloraba porque los nazis iban a
perder la guerra. Mi padre no dijo nada pero
escondiendo su felicidad pensó: ¡mejor!”.
María Ferré (hija de Ventura Ferré)

 

El 6 de junio de 1944, los aliados desembarcaron en Normandía rompiendo las líneas alemanas. Poco a poco, los aliados iban ganando terreno a la Wehrmatch que se resistía en el frente occidental. Después de duros combates como la batalla de Brest y la insurrección popular contra los ocupantes, el 25 de agosto París era liberada. Aquello supuso el fin del trabajo forzado de los miles de españoles que trabajaban en la Organización Todt.

El 29 de abril de 1945 los soldados americanos llegaron a un cuartel de las SS en las inmediaciones de Múnich. Al acercarse a un vagón aquellos combatientes descubrieron un espectáculo aterrador: cientos de cadáveres apilados, hombres, mujeres y niños. Siguiendo el camino, llegaron al campo de Dachau donde observaron el horror del nazismo.

Al día siguiente, los soviéticos entraban a Ravensbrück, y entre el 4 y el 5 de mayo los aliados llegaron a los campos de Mauthausen y Sachsenhausen.

Todavía apátridas
Tras la liberación de los campos, comenzó una nueva vida para los rotspanier, aunque con futuro incierto. Algunos querían volver a sus casas y no podían, otros no tenían intención de regresar a un país en el que todavía permanecía el dictador Franco en el poder. Por ello, la mayoría se quedó en Francia, y tan solo algunos de ellos volverían a España mucho tiempo después.

“Estuvimos siempre seguros que no ganarían
los nazis, que ganarían los pueblos”.
Neus Català

 

Una nueva lucha
Al volver a sus hogares los rotspanier emprendieron una nueva lucha: la de la memoria de los deportados y los trabajadores forzados, creando entidades como la Amical de Mauthausen, la Amical de Ravensbrück o relatando sus memorias en publicaciones o documentales.
Hoy en día, su legado continúa, ha pasado de generación en generación, y son sus descendientes quienes en la actualidad reivindican el pasado de los deportados.

“En la noche del 4 de mayo de 1945 […],
tomamos el acuerdo de evadirnos. El cielo
despejado y sin aviones. El silencio que nos
envolvía, la inmovilidad de las cosas. ¿Qué
ocurriría? […] ¡Era el fin de la guerra!”.
Joan Mestres

 

Pie de foto:
Libro de memorias de Joan Mestres.

PANEL 14 - LA MEMORIA

“Hay que recuperar, mantener y trasmitir la memoria histórica,
porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”
José Saramago

La Segunda Guerra Mundial marcó el devenir del continente y fue el origen de la integración europea. Por ello, el recuerdo de las personas que fueron víctimas de las dictaduras debe ser la base de la “memoria europea”. La defensa de los ideales por los cuales lucharon, como la libertad, la igualdad o la democracia, ha de ser los cimientos del futuro europeo.

Europa recuerda
En septiembre de 2019, se publicó la Resolución del Parlamento Europeo sobre la importancia de la memoria histórica europea para el futuro de Europa (2019/2819, RSP). En ella se señala “su profundo respeto por cada una de las víctimas de estos regímenes totalitarios”, y se solicita a todos los Estados miembros que recuerden los crímenes y violaciones sistemáticas de los derechos humanos realizados por esos regímenes.
Asimismo, en dicha resolución se solicita a los Gobiernos que las víctimas sean recordadas, pues no puede haber reconciliación sin memoria. También se pide a los Estados europeos que evalúen la situación de las víctimas en sus países, y que eliminen o resignifiquen aquellos monumentos conmemorativos que enaltezcan a los regímenes totalitarios.

A pesar de esta resolución del Parlamento Europeo, desgraciadamente, no existe un verdadero reconocimiento a los españoles que fueron víctimas del nazismo. Tan solo los supervivientes y sus familias, organizados en diversas organizaciones no gubernamentales, han luchado durante años por mantener vivo su recuerdo.

Los rotspanier han sido los grandes olvidados por parte de los Gobiernos españoles, de la sociedad e, incluso, de los historiadores. De hecho, 2005 fue el primer año en el que un Gobierno español participó en los actos de homenaje realizados con motivo de la conmemoración de la liberación del campo de Mauthausen, así como en un acto de Argelès-sur-Mer. En 2019, se estableció el 5 de mayo como el Día del recuerdo a las víctimas españolas del nazismo.
En el caso de los trabajadores forzados, después de muchos años de lucha judicial, en junio de 1972, el Estado alemán los consideró víctimas del nazismo, siendo un hecho único. Pero, aún hoy en día, no son suficientemente reconocidos en España y, por ello, es tan necesario reivindicar la historia de quienes sufrieron el horror del nazismo más allá de los campos de concentración.

PANEL 15 - VALORES DE LA UNIÓN EUROPEA

“Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto:
se hará gracias a realizaciones concretas,
que creen en primer lugar una solidaridad de hecho”.
Robert Schuman, (9 de mayo de 1950)

Unidos en la diversidad
Tras la Segunda Guerra Mundial el continente europeo inicia el camino de la unión con una idea fundacional: la Paz.

Desde su fundación en 1957 la Comunidad Económica Europea, y desde 1993 la Unión Europea, ha trabajado para superar las etapas de divisiones históricas y de conflicto que ha vivido el continente; trabajando por la solidaridad entre los pueblos a partir del respeto de su historia, su cultura y tradiciones, en un marco común: la democracia y la libertad.Los principales objetivos del proyecto común de la Unión Europea son promover la paz, sus valores y el bienestar de sus ciudadanos, desde la riqueza cultural y lingüística que atesora.

Por eso son fundamentales los valores de:

  • La dignidad humana, que debe ser respetada y protegida.
  • La libertad individual de pensamiento, religión, reunión, expresión e información.
  • La democracia.
  • La igualdad.
  • El Estado de derecho.
  • La defensa activa de los derechos humanos.

 

#TheFutureIsYours
Por ello, el futuro del continente pasa por escuchar la voz de sus ciudadanos más allá de los periodos electorales, con el objetivo de fortalecer la democracia.

Reflexionar sobre nuestro pasado común y el recuerdo de las víctimas nos ayuda a tener presente lo largo y difícil que ha sido el camino hacia la unidad, y cómo la paz, la tolerancia, la libertad y la democracia deben ser los pilares del futuro, por eso haz oír tu voz.


“La identidad europea se basa en la renuncia a la violencia”.
Tzvetan Todorov, premio Príncipe de Asturias

PANEL 16 - REFLEXIONES PARA EL PRESENTE

¿Hemos aprendido las lecciones del pasado?
¿Nos sentimos europeos?
¿Estamos repitiendo la historia?
¿Siguen vigentes los valores fundacionales de la Unión Europea?
¿Debemos reinterpretar los valores?
¿Nuestras acciones son coherentes con los valores de la Unión Europea?
¿Qué Europa queremos?
¿Valoras el ser ciudadano europeo?
¿Es una Europa para todos?